Desde la Agrupación de Periodistas de UGT (AGP-UGT), expresamos nuestra más firme condena ante el acoso sistemático que vienen sufriendo compañeras periodistas por parte de individuos que se autodenominan comunicadores, pero que actúan al margen de cualquier código ético o profesional. Denunciamos el auge de los falsos informadores, especialmente vinculados a la extrema derecha, que utilizan plataformas digitales, cámaras y redes sociales no para informar, sino para hostigar, intimidar y difamar a periodistas, muchas veces con el silencio cómplice —o la financiación activa— de determinadas instituciones públicas.
La libertad de prensa no puede ser el escudo de quienes, amparados en un falso derecho a informar, atacan a compañeras en ejercicio de su trabajo, difunden bulos y convierten el acoso personal en espectáculo político.
Una amenaza directa contra la democracia
El crecimiento de los llamados “pseudoperiodistas” no es un fenómeno espontáneo, ni marginal. Se trata de una estrategia organizada, con fines políticos concretos: erosionar la credibilidad del periodismo profesional, sembrar confusión y minar la confianza pública. Estos personajes no tienen formación periodística, no contrastan, no verifican, no responden ante ningún código deontológico. Pero reciben acreditaciones, acceden a instituciones públicas y gozan de espacios y fondos que deberían destinarse a medios serios y responsables.
El acoso sufrido por las y los periodistas, de medios de comunicación, tanto privados como públicos, por parte de figuras vinculadas a la extrema derecha, representa una forma de violencia política que nada tiene que ver con la libertad de expresión. Estos ataques, que violan tanto la ética como el reglamento parlamentario, buscan intimidar, desacreditar a la prensa libre y expulsarla de los espacios públicos.
Defender el periodismo es defender la democracia
No estamos ante un debate técnico, sino ante un desafío democrático de primer orden. Si el periodismo se convierte en un terreno minado por el miedo, la intimidación y el acoso, la ciudadanía pierde su derecho a una información libre, veraz y contrastada. Lo que está en juego no es solo nuestra dignidad profesional, sino el futuro de la democracia misma.
Desde la AGP-UGT nos comprometemos a seguir defendiendo con firmeza un periodismo libre, honesto, feminista y comprometido con la verdad. Pero necesitamos que la sociedad entera, desde las instituciones hasta la ciudadanía, se ponga del lado de quienes informan, no de quienes atacan.
Porque sin periodismo, no hay democracia. Y sin protección a quienes ejercen este oficio, la libertad de expresión se convierte en papel mojado.